Catolicismo

Un beato uruguayo: el obispo «gaucho» Jacinto Vera (video)

Jacinto Vera, el primer obispo de Uruguay será beatificado el próximo 6 de mayo. La fecha había sido solicitada por los obispos uruguayos en conmemoración de su muerte.

El futuro beato falleció el 6 de mayo de 1881 en Pan de Azúcar, “en plena misión apostólica”. Es por eso que los obispos uruguayos solicitaron esa fecha para la beatificación. Al respecto manifestaron los prelados: “Será un hecho memorable para la Iglesia uruguaya”.

Vera es conocido y respetado por promover la educación y la prensa católica así como por la fundación del seminario para la formación de los sacerdotes. En este sentido impulsó la llegada de congregaciones religiosas a la nación sudamericana, “para servir a nuestra gente (vascos, salesianos, salesianas, dominicas, vicentinas, capuchinos, jesuitas, entre otros)”.

 En representación del Papa Francisco, en la ceremonia estará el cardenal Paulo César da Costa, arzobispo de Brasilia, según comunicó la Conferencia Episcopal Uruguaya en un comunicado, al tiempo que tildó a este acontecimiento de “memorable en la historia de la Iglesia católica uruguaya”.

Francisco había reconocido oficialmente un milagro atribuido a Vera, lo que permitió su declaración como beato, en diciembre de 2022.  “Vera guió a nuestra Iglesia en tiempos difíciles, llevó la frescura de vida y de gracia del Evangelio a todos sin distinción”, expresaron los obispos uruguayos en el documento. Y agrega el texto: “Misionero y apóstol de la ciudad y del campo, viajó tres veces por todo el país. Ayudó a los heridos de las guerras civiles y dirigió misiones de mantenimiento de la paz. Padre de los pobres, amigo de sus sacerdotes, promovió el compromiso de los laicos cristianos en la vida de la sociedad de la época. Promovió la educación y la prensa católica. Fundó el seminario para la formación de los sacerdotes. Promovió la llegada de numerosas congregaciones religiosas a nuestras tierras, para servir a nuestro pueblo”. 

Y concluye con: “Al final de sus días reunió la admiración unánime de la sociedad de su tiempo, incluso de sus propios opositores, como atestiguan los homenajes rendidos a su muerte”.

Biografía

Jacinto Vera nació el 3 de julio de 1813, frente al Océano Atlántico, en el barco en el que viajaba su familia desde las Islas Canarias a Uruguay.

Luego del desembarco, tras casi tres años de vagabundeo, la familia se instaló en el pueblo del Abra del Mallorquín, dedicándose a las labores agrícolas. En 1826 se trasladó a la zona de Toledo, donde compró una casa con tierras circundantes para cultivar».

Recibió una educación cristiana a través de su madre y los padres franciscanos. En 1832, sintió su llamado al sacerdocio. Por falta de medios materiales, solo pudo realizar esta vocación en 1837, cuando emprendió estudios de teología en el colegio de los Padres Jesuitas de Buenos Aires, donde fue ordenado sacerdote en 1841.

Primero, se desempeñó en Canelones. En 1859, fue nombrado vicario apostólico y trasladado a Montevideo, donde se dedicó a la formación del clero, la atención pastoral y realizó varios viajes misioneros, interviniendo para resolver situaciones conflictivas, como la defensa de la jurisdicción eclesiástica frente al gobierno. Debido a esta postura, fue enviado al exilio desde octubre de 1862 hasta agosto de 1863, período que pasó en Buenos Aires.

Dos años después de su regreso a Uruguay, fue elegido obispo titular de Megara y consagrado el 16 de julio de 1865, reanudando plenamente sus actividades pastorales. En 1867, emprendió un viaje a Europa en busca de misioneros para Uruguay y para participar en las festividades del XIX centenario del martirio de San Pedro. De octubre de 1869 a diciembre de 1870, participó en el Concilio Vaticano I y peregrinó a Tierra Santa.

El 25 de enero de 1871 regresó a Montevideo, donde hizo todo lo posible por poner fin a la guerra civil. La obtención de la paz le permitió dar un nuevo impulso a su actividad misionera, reforzada por la llegada de los jesuitas y del primer grupo de salesianos, enviados por San Juan Bosco a petición suya. El 4 de junio de 1875 consagró el país al Sagrado Corazón de Jesús.

Creó la diócesis de Montevideo y el 13 de julio de 1878 fue nombrado su primer obispo. A finales de diciembre del mismo año, bendijo la primera piedra del Seminario Conciliar de la capital uruguaya. A pesar de su edad y de algunos problemas de salud, continuó su actividad apostólica, visitando incansablemente todos los lugares de misión. El 28 de abril de 1881, partió para su última misión, con destino a Pan de Azúcar. El incómodo viaje se vio dificultado por las continuas y fuertes lluvias, que minaron definitivamente su ya débil salud. En la noche del 5 de mayo, su estado empeoró y recibió los últimos sacramentos en plena conciencia.

Murió en Pan de Azúcar (Uruguay) el 6 de mayo de 1881.

El milagro para su beatificación

De acuerdo con el Dicasterio para las Causas de los Santos, Vera intercedió por la recuperación de una joven, que había sido diagnosticada con «apendicitis, absceso pélvico retroperitoneal, sepsis». La mujer curada, que nació en Uruguay en 1921, empezó a experimentar dolores abdominales a los 15 años, que se prolongaron. En 1936, los dolores aumentaron y, al día siguiente, le diagnosticaron apendicitis aguda. Los médicos decidieron operarla. La intervención se realizó en la Clínica Eduardo VII del Hospital Británico de Montevideo y el padre de la paciente también formaba parte del equipo médico. El curso postoperatorio en los primeros días fue regular, luego hubo un aumento severo de la temperatura con infección de la herida. El 28 de septiembre de 1936, tras el tratamiento, la fiebre desapareció y la paciente fue dada de alta con la herida aún abierta, pero limpia. A partir del 30 de septiembre de 1936, reapareció la fiebre y desde el 4 de octubre de 1936 el estado de la mujer empeoró considerablemente; una consulta médica diagnosticó una colección de abscesos en la fosa ilíaca derecha con un marcado aumento de los glóbulos blancos.

El texto de la historia clínica dice: «Como la cirugía no era posible en ese momento, el paciente fue tratado con algunas terapias, pero el cuadro clínico empeoró. El 8 de octubre de 1936, su padre y su tío, con un profundo sentido de la fe, colocaron junto a su lecho una imagen con una reliquia de Jacinto Vera. Pocas horas después de la colocación de la reliquia, el estado del paciente empezó a mejorar inesperadamente, hasta que los médicos que lo atendieron constataron una recuperación muy rápida ya el 9 de octubre de 1936».

Con el tiempo, la paciente no sufrió ninguna recaída y llevó una vida normal hasta 2010, cuando falleció de un paro cardíaco a los 89 años.

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