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action or later. Please see Debugging in WordPress for more information. (This message was added in version 6.7.0.) in /home/cultos/public_html/wp-includes/functions.php on line 6114Por Emil Bock<\/strong>.<\/p>\n La semana que precede a Pascua de Resurrecci\u00f3n<\/strong> es un per\u00edodo significativo, que se destaca no solo dentro del ciclo del a\u00f1o cristiano, sino tambi\u00e9n en el ciclo del a\u00f1o natural. En el a\u00f1o cristiano ella abarca el dram de la Pasi\u00f3n ocupando gran parte del final del Evangelio. En algunas regiones de Alemania es llamada \u00abla semana del silencio\u00bb o tambi\u00e9n \u00bb la gran semana\u00bb, reconociendo que \u00fanicamente aquel que logre vivenciar en profundidad su grandeza interior, vivenciar\u00e1 Pascua en plenitud.<\/p>\n Esta semana que precede a Pascua transcurre , en el hemisferio norte, cuanto la luna llena de primavera rompe el dominio del invierno. La nueva vida de la tierra progresa a saltos. Con un poderoso \u00edmpetu ascienden las savias y las fuerzas germinativas comienzan a brotar en el reino vegetal. En la lucha entre el d\u00eda y la noche, es el d\u00eda quien alcanza la supremac\u00eda victoriosa que se consolidar\u00e1 en el triunfo de la luz en el primer domingo que sigue a la luna llena de primavera.<\/p>\n El contenido de los Evangelios de la Semana Santa no coincide a primera vista con la naturaleza primaveral, por lo contrario, muestra un agudo contraste. Solamente al final, al nacer el sol de Pascua, se desemboca en un j\u00fabilo festivo que coincide con el regocijo del milagro de la primavera. La seriedad del drama de la Semana Santa es la preparaci\u00f3n para esta consonancia. La primavera en la naturaleza irrumpe por s\u00ed misma. La primavera interior de la fiesta de la Resurrecci\u00f3n debe ser conquistada a trav\u00e9s de una peregrinaci\u00f3n que sigue el camino de la Pasi\u00f3n a lo largo de la Semana.<\/p>\n Los siete d\u00edas que preceden a Pascua pueden ser comparados con las doce noches sagradas entre Navidad y Epifan\u00eda: para aquellos que se entreguen con devoci\u00f3n a lo que se teje en estas doce noches, este \u00abtiempo entre los dos a\u00f1os\u00bb<\/em><\/strong> es una preparaci\u00f3n cabal para los doce meses del nuevo a\u00f1o; as\u00ed tambi\u00e9n, para quienes participan interiormente del drama-misterio de la Pasi\u00f3n, los siete d\u00edas de la Semana Santa devienen una fuente de fuerzas para todo aquello que el destino traiga en el futuro.<\/p>\n Los hechos que se desarrollaron dos mil a\u00f1os atr\u00e1s durante la Semana Santa, entre el domingo de Ramos y el domingo de Resurrecci\u00f3n, eran revelaciones arquet\u00edpicas del destino. Ellos elevan y renuevan la significaci\u00f3n de los siete d\u00edas de cada semana y los transforman en una fuente de luz y de fuerzas sanadoras para el alma. Las esferas planetarias se reflejan desde siempre en los nombres que portan los d\u00edas de la semana en las diferentes lenguas: Sol (Sunday, Sontag), Luna (lunes, monday, montag), Marte (martes, mardi), Mercurio (mi\u00e9rcoles, mercredi), J\u00fapiter (jueves, jeudi), Venus (viernes, vendredi), Saturno (saturday, samedi,samstag). Durante la Semana Santa, al final de la vida de Jes\u00fas, cada d\u00eda de la semana recibi\u00f3 m\u00e1s all\u00e1 de la diferenciaci\u00f3n c\u00f3smica una impronta de la concepci\u00f3n cristiana de los planetas.<\/p>\n En la cristiandad, apenas se comenz\u00f3 a vivenciar el car\u00e1cter espec\u00edfico de cada d\u00eda de la Semana Santa, es especialmente el Viernes Santo el que es sentido como importante, con una mirada hacia la cruz en el G\u00f3lgota; para muchos cristianos ha dejado su huella haciendo de todos los viernes del a\u00f1o un d\u00eda de ayuno. En algunas regiones, el domingo de Ramos, marcado por la imagen de la entrada a Jerusal\u00e9n, vive la costumbre de cortar ramas de palmeras. En realidad, cada uno de los siete d\u00edas revela un nuevo misterio c\u00f3smico en im\u00e1genes hist\u00f3ricas humanas.<\/p>\n Cuando el domingo de Ramos Cristo<\/strong> entra en Jerusal\u00e9n, el sol de los tiempos antiguos manifiesta a\u00fan su soberan\u00eda en el cielo; pero de hecho es despedido a fin de dar lugar el domingo siguiente a un sol nuevo, el sol de Pascua. El lunes, cuando Cristo reniega de la higuera y purifica el templo de la Ciudad Santa, el Sol de Cristo confronta el principio lunar del mundo antiguo, que necesitaba ser renovado. El martes Cristo se enfrent\u00f3 a sus adversarios que le tienden trampas. Su palabra deviene arma espiritual. Esta jornada de lucha concluye sobre el Monte de los Olivos, donde El revela a sus disc\u00edpulos prof\u00e9ticamente el apocalipsis por venir. All\u00ed, el esp\u00edritu de Marte recibe la impronta de Cristo. El mi\u00e9rcoles, con la unci\u00f3n en Betania y la traici\u00f3n de Judas, Mercurio se encontr\u00f3 con el Sol de Cristo. El jueves Santo, cuando Cristo lava los pies a sus disc\u00edpulos y les ofrece la Santa Cena, una luz jupiteriana plena de promesas de futuro alumbr\u00f3 la aflicci\u00f3n y tristeza de las almas. El Viernes Santo ocurri\u00f3 la m\u00e1s maravillosa elevaci\u00f3n de todo lo que podr\u00eda significar para el hombre la idea de la diosa del amor, la Venus o Afrodita. Ocurri\u00f3 un acto de amor mayor que cualquier otro posible. El sacrificio de Amor en el G\u00f3lgota fue la transformaci\u00f3n del principio de Venus en principio Solar del Ser de Cristo. Cuando Cristo yac\u00eda en el sepulcro, el Cristo Sol se encontr\u00f3 con el esp\u00edritu de Saturno en el cosmos, hasta que finalmente, el domingo, es el Sol mismo quien encuentra su octava: aquel que asciende al cielo es el Sol de Cristo que ha vencido.<\/p>\n El drama-misterio de la Semana Santa forma una unidad grandiosa y completa en s\u00ed misma. Este drama oculta una composici\u00f3n que se nos devela en la medida en que nos vamos sensibilizando con la progresi\u00f3n gradual de los hechos de la vida de Cristo. Lo que acontece en los siete d\u00edas pascuales, es una condensaci\u00f3n de toda la vida de Cristo. Las leyes arquet\u00edpicas y las etapas reveladas en la sagrada biograf\u00eda de los tres a\u00f1os de Cristo, resurgen dram\u00e1ticamente resumidas ante nuestros ojos. En la Semana de Pasi\u00f3n podemos reconocer los tres a\u00f1os de vida de Cristo como una gran Pasi\u00f3n. La entrada en Jerusal\u00e9n es la octava del bautismo en el Jord\u00e1n: ahora se completa la entrada de Cristo en nuestra existencia terrena; lo que comenz\u00f3 hace tres a\u00f1os, el misterio de la encarnaci\u00f3n, recibe su \u00faltima impronta. Los acontecimientos del lunes -la maldici\u00f3n de la higuera y la purificaci\u00f3n del Templo- corresponden a la tentaci\u00f3n de Cristo como est\u00e1 descrita en los tres primeros Evangelios. Una vez m\u00e1s Cristo se reencuentra con las fuerzas lunares del antiguo mundo. \u00c9l no las necesita y las descarta sin sucumbir a la tentaci\u00f3n de servirse de ellas. No se trata de \u00e9xitos aparentes, sino del cumplimiento de su misi\u00f3n. En el Evangelio seg\u00fan Juan, la purificaci\u00f3n del Templo sigue a la tentaci\u00f3n. En el marco de las grandes correspondencias se encuentra enfrentada exactamente a la purificaci\u00f3n del Templo descrita en los tres primeros Evangelios. Mientras el martes Cristo confronta a sus adversarios se vive en el aire como golpes de espada, y en la noche, dialogando con sus disc\u00edpulos, rel\u00e1mpagos apocal\u00edpticos serpentean en el espacio. As\u00ed se repite en un plano m\u00e1s elevado lo que debi\u00f3 pasar Jes\u00fas<\/strong>, cuando tuvo que dejar sus pa\u00eds natal con su familia natural de Nazaret para poder llegar a\u00a0 su familia espiritual, sus disc\u00edpulos. El Apocalipsis del Monte de los Olivos corresponde al Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a (Mateo 5-7), donde sell\u00f3 los lazos con su familia espiritual. En los acontecimientos del mi\u00e9rcoles -la unci\u00f3n en Betania y la traici\u00f3n de Judas- encontramos los elementos de la tragedia de Juan el Bautist<\/strong>a; es la misma crisis, el mismo nudo decisivo. El lavado de los pies y la cena son la octava, la \u00faltima repetici\u00f3n decisiva, del misterio vislumbrado en la alimentaci\u00f3n de los cinco mil y del caminar sobre las aguas. Los acontecimientos del viernes Santo elevan a un nivel superior aquello que se hab\u00eda manifestado sobre el monte de la Transfiguraci\u00f3n y lo consuman. El permanecer en la tumba del s\u00e1bado Santo prolonga en una dimensi\u00f3n c\u00f3smica la resoluci\u00f3n con la cual Cristo se dirigi\u00f3 hacia Judea, el lugar del combate decisivo. En la ma\u00f1ana de Pascua confluyen ambos c\u00edrculos, el gran c\u00edrculo de los tres a\u00f1os y el peque\u00f1o de los siete d\u00edas. La semana Santa como tal corresponde en la vida entera de Cristo a la irrupci\u00f3n matutina del sol que se produce dentro de ella en la ma\u00f1ana del Domingo de Pascua.<\/p>\n <\/p>\n Sobre el autor:<\/p>\n Emil Bock<\/strong> (1895-1959) fue un sacerdote alem\u00e1n que\u00a0 estudi\u00f3 teolog\u00eda y ciencias naturales. Fue uno de los \u00abl\u00edderes\u00bb fundadores del Movimiento para la renovaci\u00f3n religiosa, la Comunidad de Cristianos. Es autor de numerosas publicaciones, especialmente sobre los Evangelios y sobre la historia espiritual de la humanidad. Su traducci\u00f3n alemana del Nuevo Testamento se re- edita siempre de nuevo.<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Por Emil Bock. 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