Catolicismo

La renuncia del Papa y su pronunciamiento en África

El pontífice explicó que, aunque Benedicto XVI lo hizo y él también, tal acción no debería convertirse en algo normal.

Al respecto dijo durante los encuentros mantenidos con los jesuitas en la República Democrática del Congo (RDC) y en Sudán del Sur, de acuerdo a lo publicado este 16 de febrero en la revista de la Compañía de Jesús, La Civiltà Cattolica, en una nota firmada por su director, el padre Antonio Spadaro: «Es cierto que escribí mi renuncia dos meses después de mi elección como Papa y entregué esa carta al cardenal Bertone».

Uno de los encuentros del Papa Francisco con 82 jesuitas que trabajan en la RDC, estuvo encabezado por el provincial Rigobert Kyungu donde se encontraba también el jesuita Donat Bafuidinsoni, obispo de Inongo. La reunión tuvo lugar en Kinshasa por la tarde, en la nunciatura, tras regresar del encuentro de oración con sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas y seminaristas en la catedral de Nuestra Señora del Congo.

Fue allí donde el Sumo Pontífice señaló: “No sé dónde está esa carta, lo hice por si tengo algún problema de salud que me impida ejercer mi ministerio y no estoy plenamente consciente para poder renunciar”. Asimismo destacó: “Sin embargo, esto no significa en absoluto que la renuncia de los Papas deba convertirse, digamos, en una moda, en una cosa normal. Benedicto tuvo el coraje de hacerlo, porque no tenía voluntad de seguir por su salud. No tengo esto en mi agenda ahora mismo. Yo creo que el ministerio del Papa es para toda la vida. No veo ninguna razón por la que no debería ser así. Piensen que el ministerio de los grandes patriarcas es siempre de por vida. Y la tradición histórica es importante. Si, en cambio, escuchamos el parloteo, bueno, ¡entonces deberíamos cambiar de Papa cada seis meses!”.

Sobre las liturgias vividas en el país, expresó su aprecio por el rito congoleño describiéndolo como “una obra de arte, una obra maestra, realizada no como una adaptación, sino como una realidad poética, creativa». Luego retomó la imagen de la Iglesia como hospital de campaña, subrayando que una de las cosas más feas de la Iglesia es el autoritarismo, «espejo de una sociedad herida por la mundanidad y la corrupción”. Y denunció con énfasis: “La Iglesia no es una multinacional de la espiritualidad. ¡Miren a los santos! ¡Cura, cuida las heridas que vive el mundo! ¡Sirvan al pueblo! La palabra ‘servir’ es muy ignaciana. ‘En todo, amar y servir’ es el lema ignaciano. Quiero una Iglesia de servicio».

En este marco destacó: «Hoy realmente parece que el principal problema es la producción de armas. Sigue habiendo mucha hambre en el mundo y seguimos fabricando armas. Es difícil dar marcha atrás en esta catástrofe. Y no hablemos de las armas atómicas. Sigo creyendo en un trabajo de persuasión». Además recordó los relatos de las víctimas de la violencia que tanto lo golpearon, de una crueldad inimaginable. Incluso a los jesuitas de Sudán del Sur les repitió: «Hoy también la nuestra es una cultura pagana de la guerra, en la que cuenta cuántas armas tienes. Todas son formas de paganismo».

Otro tema en donde enfocó fue la cuestión medioambiental con sus repercusiones económicas al considerar que la cuenca del río Congo, segundo pulmón verde del planeta después del Amazonas, está amenazado por la deforestación, la contaminación y la explotación intensiva e ilegal.

A la pregunta de si podría celebrarse un Sínodo sobre esta región como el que se celebró para la Amazonia, respondió que “no habrá Sínodo, pero que sin duda sería bueno que la Conferencia Episcopal se comprometiera sinodalmente a nivel local, precisamente porque el equilibrio planetario depende también de la salud del bioma del Congo”.

Concilio de Nicea

Francisco mira hacia 2025, cuando se celebrará el 1700º aniversario del primer Concilio de Nicea. En ese sentido mencionó que están en marcha los preparativos con el Patriarca Bartolomé «para celebrarlo como hermanos, con la esperanza de llegar a un acuerdo sobre la fecha de la Pascua». 

África y la corrupción

En Sudán del Sur, el 4 de febrero, Francisco se reunió en Juba con los 11 jesuitas que trabajan en el país y con el padre Kizito Kiyimba, superior de la Provincia de África Oriental, que incluye Sudán, Sudán del Sur, Etiopía, Uganda, Kenia y Tanzania. «África debe crecer, no ser explotada» describe el sueño del Papa para el continente, un tema sobre el que ya había hablado el pasado noviembre durante un encuentro en línea con estudiantes africanos. Sobre ello subrayó: «África necesita políticos que sean personas así: buenas, inteligentes, que hagan crecer a sus países. Políticos que no se dejen engañar, sobre todo, por la corrupción. La corrupción política no deja espacio para el crecimiento del país, lo destruye».

La beatificación del padre Pedro Arrupe

En la gira papal africana también hubo espacio para hablar del proceso de beatificación del sacerdote jesuita defensor de los refugiados del mundo, PedroArrupe, con los jesuitas en Sudán del Sur. Sobre el tema mencionó: «Su causa sigue adelante  porque una de las etapas ya está cumplida. Hablé de ello con el Padre General. El mayor problema se refiere a los escritos del Padre Arrupe. Ha escrito mucho y es necesario leerlo todo. Y esto ralentiza el proceso».

Recordar la figura del prelado le ha ofrecido al Papa la oportunidad de resaltar la importancia de la oración encarnada en las exigencias de la realidad en la que uno se encuentra. Así fue que confesó: «Tengo miedo de los predicadores de la oración que hacen oraciones abstractas, teóricas, que hablan, hablan, pero con palabras vacías» y aseveró: «esa oración es diferente a la que, junto a la valentía y la ternura, San Ignacio quería en los jesuitas».

 

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