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Fue hallada la verdadera tumba de San Nicolás, más conocido como Papá Noel

San Nicolás es conocido con varias nominaciones; desde Santa Claus, Papá Noel o el “Viejito pascuero” según la región del mundo. Su fama -que ya lleva siglos alrededor del globo-, ha llevado a la construcción de miles templos en su honor.

Su historia nos habla de un hombre que sufrió la orfandad a muy temprana edad como consecuencia de una epidemia. Sin embargo heredó una gran fortuna. Desde esta posición privilegiada, al dedicarse a la vida religiosa, decidió utilizar sus riquezas para ayudar a los pobres. Así, su humilde forma de vivir y sus acciones en favor de los otros, lo convirtieron en un santo de gran devoción.

A más de 1600 años de su existencia terrenal, los arqueólogos han podido encontrar su tumba, la cual fue también protagonista de muchos mitos. La fabulación alrededor del personaje navideño que se creó en su memoria, hizo creer que había pasado sus últimos días de vida en el Polo Norte, desde donde salía a repartir regalos a los niños en un carruaje tirado por renos. Esa imagen icónica respecto a su última morada en la tierra quedó descartada; arqueólogos expertos hallaron sus restos en una antigua iglesia de Turquía que se mantuvo bajo el agua desde la Edad Media por el aumento del nivel del mar.

Sin embargo, los seguidores de la historia real sabían que su deceso ocurrió en la región de Turquía. Más adelante, cuando los mahometanos invadieron el suelo constantino, sus restos fueron sacados en secreto por un grupo de católicos hacia la ciudad de Bari, Italia. Pero hoy, tras el hallazgo, tal afirmación también queda obsoleta.

El reciente descubrimiento expresa que los restos mortales del Santo fueron encontrados en los cimientos de una antigua basílica sobre la que se había construido otra iglesia. En esta excavación, los arqueólogos descubrieron mosaicos y pisos de piedra que corresponden al santuario anterior.

Aquel templo original se construyó para el culto cristiano entre los siglos V y XII. Para llegar a él, se removió cuidadosamente el piso hasta encontrar los mosaicos de la iglesia original. Los primeros vestigios fueron hallados en el 2017 cuando se encontraron huecos en el cerámico de la segunda iglesia que permitió ver que había algo diferente abajo.

Osman Eravsar, jefe de la junta provincial de preservación del patrimonio cultural en Antalya, explicó a la agencia de noticias Demiroren: “La primera iglesia se sumergió con la subida del mar Mediterráneo, y algunos siglos después, se construyó una nueva iglesia encima. Ahora hemos llegado a los restos de la primera iglesia y al suelo sobre el que pisó San Nicolás’. Se han desenterrado las baldosas del suelo de la primera iglesia, sobre las que caminó San Nicolás».

La historia cuenta que San Nicolás falleció en el 345, una fecha que se modificó y que ahora se sitúa en el 343. Su cuerpo fue enterrado en Demre donde lo mantuvieron hasta el siglo XI. La leyenda histórica sin nieve instalada en 1930 por la marca Coca Cola que adoran los niños en cada Navidad en todo el mundo, hablaba de que lo habían trasladado a Bari, Italia en 1087. La imagen del verdadero santo es diferente al hombre barbudo con traje rojo. Se cree que el sacerdote servicial de los niños y pobres vestía siempre de verde aunque aunque sí usaba una espesa barba blanca.

Sobre los restos llevados a Italia, los arqueólogos tienen una explicación para esta leyenda: lo que sacaron y llevaron es el cuerpo de un sacerdote anónimo.

El dador de la chimenea

Uno de los hechos con los que se relaciona su fama oferente de regalos navideños a niños y angustiados cuenta que en la Diócesis de Mira un hombre de gran pobreza decidió que sus tres hijas vírgenes ejercieran la prostitución. La leyenda turca cuenta la historia de la siguiente manera:

Hazan, Sila y Nor eran tres jóvenes turcas muy pobres. El padre estaba muy triste e impotente porque sus hijas crecían y él se daba cuenta de que no iba a tener dinero suficiente para pagar una dote el día que quisieran casarse. Ese era un requisito fundamental en Turquía: pagar una dote por cada hija casadera.

Tan pobres eran que ni calzado tenían. En invierno tenían que andar por la nieve con envolturas de medias y retazos encontrados por ahí. Pero eran tan adorables que la única forma de poder sobrevivir sin tener derecho al matrimonio, sería la prostitución.

Una noche de 24 de diciembre llegaron de la calle y se quitaron los calcetines empapados. Los pusieron a secar junto a la chimenea. Enseguida empezaron a llorar. Su padre preguntó qué las angustiaba, y la mayor contestó:

– Me he enamorado de un soldado pero no me puedo casar porque no tengo dote.

– Yo me enamoré de un maestro- dijo la mediana- pero no podré casarme por falta de dinero.

– Y yo… -continuó la más pequeña- me enamoré de un músico, pero al no tener dote, no puedo hacer nada.

El padre bajó la cabeza vencido de tristeza y se fueron a dormir. Ellos no sabían que Nicolás, un obispo bondadoso que vivía en su mismo pueblo, había escuchado todo desde el otro lado de la ventana. Conmovido, se le ocurrió que podía ayudar. Esa noche, Nicolás se puso su capa y su gorro rojos y entró en la casa de las muchachas por la chimenea. Dejó un saco con dinero en cada calcetín de las chicas.

A la mañana siguiente, las muchachas se encontraron el dinero, y locas de alegría, corrieron a buscar a sus enamorados.

Nicolás, al ver la alegría que había ocasionado ese pequeño gesto, decidió que todos los años, cada 24 de diciembre, dejaría regalos a todas las personas que pudiera. Con los años se hizo famoso, pero como nadie sabía quién era en realidad, comenzaron a llamarlo Santa Claus.

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