El «enemigo» de Putin, de ateo a creyente
Alexei Navalny quien murió en una prisión rusa el pasado 16 de febrero a los 47 años de edad era conocido a escala mundial como el líder opositor más importante en Rusia durante la última década.
Estaba preso cumpliendo una condena de 19 años por delitos que fueron calificados por la oposición a Vladímir Putin como políticos.
La prensa anti Putin afirma que durante más de 10 años Navalny denunció corrupción dentro del seno de poder ruso. Y los videos de quien comenzara su carrera política como bloguero, recibían millones de reproducciones en línea.
Tanto fue el éxito internacional que tuvo, que fue capaz de crear una red de oficinas regionales para hacer campaña y presentarse como candidato a la presidencia en 2018. Sin embargo fue vetado.
En 2020 apareció la noticia de que fue envenenado y algunos laboratorios occidentales confirmaron que la causa fue la exposición a un agente nervioso. Fue tratado en Alemania, pero al recuperarse volvió a Rusia en enero de 2021 y allí fue arrestado.
Hace más de una semana falleció en la prisión IK-3, o «Lobo Polar”. La escaza información existente reveló que fue después de dar un breve paseo en la colonia penal de Siberia.
De ateo a creyente
Después de su muerte, los medios recordaron la voz del disidente ruso sobre diversos temas, uno de ellos fue la fe. Sobre todo en lo declarado durante su juicio en 2021.
Allí Navalny declaró que antes él era un «ateo militante», pero que se había convertido en un creyente, y ahora basaba sus actos en las «instrucciones» de la Biblia. Al respecto proclamó:
«Ahora soy un creyente y eso me ayuda mucho en mis actividades, porque todo se vuelve mucho más sencillo… En mi vida hay menos dilemas, porque hay un libro en el cual, por lo general, está escrito más o menos claro que acción dar ante cada situación. Obviamente no siempre es fácil seguir a este libro, pero en verdad lo estoy intentando».
Y prosiguió: «Por lo tanto, aunque por cierto no disfruto el lugar en el que estoy, no me arrepiento de haber regresado ni de lo que estoy haciendo. Está bien, porque hice lo correcto. Por el contrario, siento verdadera satisfacción, porque en un momento difícil hice lo que se debía de acuerdo con las instrucciones, y no traicioné el mandamiento».
«Todo lo que hace falta para que el mal triunfe es que las personas buenas no actúen… La hipocresía de la neutralidad, el apoliticismo y la recusación, ocultando la pereza, la cobardía y la mezquindad, es la razón principal por la cual un grupo de villanos bien organizados han gobernado sobre más de millones de personas a lo largo de la historia humana» fue una de las reflexiones más difundida.
Asimismo, citó el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” del cual destacó: “Siempre he pensado que este mandamiento es más o menos una instrucción para la actividad”.