Catolicismo

Las cartas de Ignacio de Antioquía, el «portador de Dios» (video)

El 17 de octubre la Iglesia Católica Apostólica y Romana recuerda al Obispo Ignacio de Antioquía, uno de los primeros mártires del cristianismo original.

En línea sucesoria del Apóstol Pedro, a quien sucedió Evodio, tras su muerte en el año 69, los apóstoles Pablo y Juan nombraron a Ignacio al frente de la reciente sede de la incipiente Iglesia de Jesucristo. Fue un cristiano fecundo que dejaría una gran obra, pero especialmente sería el primero en mencionar Iglesia Católica a la Iglesia que Jesús de Nazareth había pedido al discípulo Pedro que construyera.

Antioquía (actual Turquía), junto con Roma y Alejandría, era una de las principales ciudades del Imperio romano. Ignacio, quien habría nacido alrededor del año 35, la gobernó durante cuarenta años. Esa situación se vio interrumpida cuando el emperador Trajano reanudó la persecución de los cristianos ordenando su traslado a Roma para arrojado a los leones en el anfiteatro Flavio (Coliseo) en el año 107.

“Donde está Jesucristo allí está la Iglesia Católica”, dijo el Obispo Ignacio de Antioquía en la Carta a la Iglesia de Esmirna, uno de los textos que escribió mientras lo llevaban a su martirio.

La historia del trayecto, según el historiador Eusebio de Cesarea, cuenta que el Obispo de Antioquía embarcó en Seleucia y en gran parte del trayecto estuvo acompañado por los diáconos Felón y Agatipo. Ellos habrían escrito las actas de su martirio. Bajo la custodia de una decena de guardias, sin embargo, en cada una de las ciudades donde paraba exhortaba a los cristianos a mantenerse en la tradición de los Apóstoles y a defenderse de las crecientes herejías.

La primera parada fue Esmirna, donde estuvo con el Obispo Policarpo, otro discípulo de Juan. Fue en esa parada donde redactó las cartas a las iglesias de Éfeso, Magnesia, Troles y Roma. Luego llegó a Tróada, donde realizó las tres cartas dirigidas a las iglesias de Filadelfia y Esmirna, y al obispo Policarpo.

Se cuenta que Trajano interrogó a Ignacio, pero las investigaciones históricas apelan a que este hecho está más cercano a una fábula. No obstante, el propio Obispo pidió a los cristianos de Roma, en una de sus cartas, que no impidieran el martirio.

Tras haber sido devorado por los leones, lo que quedó de él fue llevado a A uía.El panegírico de Ignacio fue realizado por Juan Crisóstomo y su pronunciación se habría llevado a cabo el 17 de octubre. Fue por ello que a partir del siglo IV el obispo comenzó a ser conmemorado. Según una leyenda, le decían Teóforo (“portador de Dios”) porque al abrir su corazón encontraron escritas, en letras de oro, el nombre de Jesucristo.

Beatificado luego hasta ser reconocido como San Ignacio de Antioquía dejó enseñanzas que se consideran fundamentales para la Iglesia. 

Estas son algunas de ellas:

Cristo: humano y divino. Unifica a Jesucristo al considerar que reúne ambas condiciones. Así se opone tanto a quienes creían que era solo humano y a quienes negaban su humanidad.

El parto virginal de María. Es el primer escritor fuera del nuevo Testamento que, en la Carta a la Iglesia de Éfeso, se refiere a esta cuestión. Dice: “Y al príncipe de este mundo se le ocultó la virginidad de María y su parto, y también la muerte del Señor”.

La Eucaristía. Es el primero en mencionar la palabra eucaristía al referirse al Santísimo Sacramento. “El pan de Dios, quiero que es la carne de Jesucristo, de la semilla de David; su sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible” (Carta a la Iglesia de Esmirna).

La Iglesia. Por primera vez la define como “católica” ´termino que deviene del concepto griego de “universal” que responde a ideas de unificación como  “en conjunto”, “de acuerdo con el todo” o “en general”. En este sentido también la califica de “infalible” y destaca la obediencia de los fieles a su jerarquía (obispos, sacerdotes y diáconos).

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