Catolicismo

Obispos peruanos y paraguayos se pronunciaron contra la violencia en Perú

En un segundo comunicado, los prelados condenaron enérgicamente los hechos de violencia que acabaron con la vida de un policía, quemado vivo por manifestantes en la región de Puno.

“No podemos volver a la era oscura del terror, que mantuvo al país de luto durante veinte años. Esta situación merece la enérgica condena de todos, para reafirmar con absoluta urgencia el imperativo: ¡no a la violencia, venga de donde venga! ¡No más muertos, sí a la vida! La vida es sagrada», expresó el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Perú (CEP), en un comunicado, el segundo en veinticuatro horas, de la Iglesia peruana.

El mensaje fue emitido ante la espiral de violencia que envuelve al país desde hace más de un mes, a raíz del fallido golpe de estado del presidente Pedro Castillo, su detención y las protestas que encendieron en las zonas periféricas del país sus simpatizantes.

En las últimas 48 horas, el epicentro de la protesta fue la región suroriental de Puno (donde Castillo había obtenido cerca del 90 por ciento de los votos en 2021). A los 17 muertos del lunes en Juliaca, en los enfrentamientos entre policías y manifestantes, se sumó ayer el brutal asesinato de un agente del orden, quemado vivo dentro de su automóvil.

El llamamiento de los obispos parte precisamente de ese hecho: “El Consejo Permanente de la CEP condena el ataque contra una patrulla policial en Puno, que terminó con la muerte del suboficial José Luis Soncco Quispe (de 29 años), quemado vivo dentro de un vehículo policial. Reafirmamos que el único dueño de la vida y de la muerte es Dios, nuestro Señor”.

Continúa la nota: “Como pastores les ofrecemos nuestro más sentido pésame a sus familiares y a la Policía Nacional del Perú. Asimismo, renovamos nuestras condolencias para las familias de los demás fallecidos y pedimos que se investiguen debidamente las muertes. Pedimos a los grupos contendientes que garanticen el traslado de los heridos, permitiendo la entrada y salida de ambulancias de los hospitales”.

 

En tanto, la presidenta Dina Boluarte decretó el estado de emergencia y un toque de queda de tres días en la región de Puno, mientras que la Fiscalía General del Estado abrió una investigación contra ella, el primer ministro Alberto Otárola y otros miembros de su gabinete por “genocidio y homicidio”, en referencia a la represión de la policía, que -según algunos testigos- disparó indiscriminadamente contra los manifestantes.

En este sentido el episcopado del Paraguay se sumó a sus pares peruanos y condenó la violencia. La presidencia de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) se manifestó, mediante un comunicado, sobre los hechos de violencia ocurridos el pasado 9 de enero en la región de Puno (Perú).

“Los obispos del Paraguay nos solidarizamos con el pueblo peruano y nos sumamos al pronunciamiento de los obispos del Perú, que reprueban profundamente la muerte de 17 personas y los más de 60 heridos, entre civiles y policías, como consecuencia de las protestas ciudadanas en la región de Puno, el pasado 9 de enero”, se lee en el comunicado difundido ayer.

Los obispos paraguayos lamentaron “que el camino a la verdad, a través del derecho y la justicia, deba ser transitdo por senderos de violencia y arbitrariedades, en perjuicio de la vida humana”. Y agregaron: “Alentamos a que nuestros pueblos latinoamericanos sean guiados con fe y esperanza, para el logro de condiciones más dignas y justas en su desarrollo social y político”.

Por último, la CEP hizo un llamado al diálogo y a la paz en el Perú, y sus miembros elevaron sus plegarias “al Dios Altísimo en favor de las familias afectadas”

 

 

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