Cristianismo

La luna de sangre y la fecha exacta de la muerte de Jesús según científicos de Oxford

A través de estudios astronómicos, datos de la Biblia así como históricos, señalan el momento exacto de la muerte de Jesucristo en Jerusalén.

 

Al parecer, Jesús estuvo clavado a la cruz un viernes de la Pascua en la colina del Gólgota, en las afueras de Jerusalén durante seis horas, desde las nueve de la mañana hasta aproximadamente las tres de la tarde, en una intensa agonía.

Varios fenómenos naturales impactaron a todos los presentes. Hacia el mediodía, el cielo se oscureció y el sol desapareció tras las nubes de polvo gris de una furiosa tormenta de arena. Más tarde, casi al anochecer, una luna de un rojo sangre salió por encima de Jerusalén, bañando el lugar de la ejecución, en la colina del Gólgota, con una luz crepuscular.

El problema de cuándo ocurrió exactamente esta ejecución no había sido resuelta con una exactitud satisfactoria por los estudiosos bíblicos. En lo único en que todos estaban de acuerdo era en que Jesús fue ejecutado durante los 10 años de gobierno del procurador romano Poncio Pilato: en algún momento entre el año 26 y el 36. Cada experto tenía su fecha preferida, basada en lo que consideraba como la prueba más significativa.

Dos científicos de la Universidad británica de Oxford. Colin J. Humphreys y W. G. Walddington, después de mucho estudio de documentos y cálculos astronómicos llegaron a la conclusión de que Jesús murió muy probablemente el 3 de abril del año 33, en viernes; según publicaron en 1990 en la revista Nature.

Los dos científicos basan su teoría en una serie de hechos objetivos. Partieron de la premisa de que Jesús murió el día antes de que diera comienzo la fiesta anual de la Pascua que conmemora el éxodo de los judíos de Egipto.

Los dos expertos tuvieron en cuenta el hecho de que esta fiesta, de ocho días de duración, se celebra siempre con la luna llena de primavera, antes del equinoccio, durante el mes judío de Nisan, que en nuestro calendario moderno corresponde a marzo o abril.

En opinión de los eruditos de la Universidad de Oxford, todo indica que al anochecer del día de la ejecución hubo en Jerusalén un eclipse parcial de luna. Además del relato bíblico, lo prueba el informe redactado por el procurador romano Poncio Pilato para el emperador Tiberio.

La “luna de sangre” de Pilatos

El procurador romano de Judea describe a Tiberio en su carta los impresionantes fenómenos que tuvieron lugar en los cielos el día de la ejecución de Jesús. «El Sol se oscureció, salieron estrellas en el cielo, y por todas partes la gente encendió las lámparas», escribió. Por la no ce, añadió Poncio Pilato, la «luz de la luna era de un rojo sangre».

El hecho de que la parte oculta de una luna en eclipse despide una luz rojiza ocurre con frecuencia cuando la Luna está baja, cerca del horizonte, afirman los dos científicos británicos. La zona eclipsada se hace completamente invisible al subir la Luna en el cielo. Los expertos afirman que el color rojizo tuvo que ser reforzado por las nubes de polvo de la tormenta de arena que se menciona en casi todas las fuentes históricas.

La cuestión más importante era cuándo hubo, en el período entre el año 26 y el 36 dC un eclipse parcial de luna al comienzo de la noche y que fuera visible desde Jerusalén. A este respecto, Humphrey y Walddington no tenían datos históricos en los que fundar una respuesta plausible.

Determinaron, mediante complejos cálculos astronómicos, las fechas de todas las lunas llenas y nuevas de los meses pascuales de Nisan entre los años 26 y 36. También calcularon de manera precisa y matemática las fechas exactas de todos los eclipses lunares que pudieron contemplarse en dicho período de tiempo desde Jerusalén.

Sus cálculos mostraron que la luna había sufrido 12 eclipses sobre Palestina durante el gobierno de Poncio Pilato.

Únicamente hubo dos de esos eclipses al salir la luna. Uno de estos casos, según se calcule, sucedió el 31 de enero del año 36, fecha en la que hubo un eclipse total.

En cuanto al otro eclipse, a medida que la luna se fue alzando sobre Jerusalén, la sombra de la Tierra fue disminuyendo. La parte oscurecida de la Luna estaba en la mitad superior del satélite, y por ello fue divisada en primer lugar. Poncio Pilato, según Humphrey y Waddington, se refería a este eclipse del 3 de abril del año 33.

Ese día, a las 18.20 horas, asomó sobre el horizonte de Jerusalén, en primer lugar, la parte oscurecida y rojiza de la Luna que se asemejaba a un montículo brillante y que fue aumentando de tamaño para más tarde adquirir matices naranjas y amarillentos.

El espectáculo inusitado de los colores cambiantes en el cielo nocturno, según ambos expertos británicos, tuvo que causar una impresión profunda en todos los testigos. A sus ojos, este fenómeno debió conferir al Mesías clavado en la cruz una especie de aura sobrenatural sin la cual su mensaje quizá no habría sobrevivido.

 

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