Islamismo

Día Internacional de la Lucha contra la Islamofobia

El pasado 15 de marzo fue el Día Internacional de la Lucha contra la Islamofobia, establecido por la ONU desde hace un par de años.

La institución entiende la islamofobia como el miedo, los prejuicios y el odio hacia las personas musulmanas, que conduce a la provocación, la hostilidad y la intolerancia.

Hace unos días, visitó la Redacción de La Voz el imam Marwan Sarwar Gill, presidente de la comunidad musulmana Ahmadía de Argentina, un grupo reformista dentro de las comunidades islámicas. En una entrevista con este medio, se extendió sobre la importancia de esta fecha: “El objetivo es derribar prejuicios y malentendidos que existen en relación con el islam. Quienes vivimos en Occidente sabemos que alguna vez hemos sido blanco de alguna connotación de extremismo o de terrorismo. Nuestra idea es promover la importancia de informarse, conocer al otro de primera mano. Debemos pensar que un simple tuit o publicación en las redes sociales puede tener un impacto en la vida de otra persona”.

Cuando Javier Milei, en los juegos Macabeos, se refirió a la lucha contra el “terrorismo islámico”, Marwan fue uno de los musulmanes que respondió y le pidió al Presidente que dejara de darle identidad religiosa al terrorismo. Marwan suma otra situación similar: “Hace poco, hubo un atentado en Francia. Un hombre sirio atacó a algunas personas en un parque y se asoció eso con la idea de ‘terrorismo y atentado islámico’. Luego se descubrió que esa persona no era musulmana, sino cristiana”.

–¿Cree que influye también cómo crecen los estereotipos y las afirmaciones sin filtro en redes sociales?

–Es un debate grande. En la guerra en Medio Oriente lo vemos: por un lado, se argumenta que no hay filtros y eso nos permite comunicarnos de manera fácil y simple. Pero al mismo tiempo existe el riesgo de las fake news. Las noticias falsas se difunden seis veces más que las verdaderas. Eso pasa también en ámbitos religiosos. Pasa algo y, sin investigar la noticia, se echa la culpa al islam. Nosotros creemos que hay que garantizar la libertad de expresión, pero que eso requiere responsabilidad. La libertad no es una licencia abierta para atacar, profanar o lastimar al otro.

–¿Cómo es la mirada sobre el lugar de las mujeres en el mundo islámico?
–Pasa cuando vemos noticias en relación con talibanes. En Irán y en Arabia Saudita, las mujeres no pueden conducir. Hace poco fue conocido el caso de una joven que fue asesinada por no llevar bien puesto su velo. Estoy de acuerdo en que el mundo musulmán necesita un proceso de reforma, pero nos duele que a veces se eche la culpa al islam de temas no relacionados con lo religioso. Como si los musulmanes maltrataran a la mujer por ser musulmanes. Ese no es el origen ni la causa. Si un musulmán trata mal a una mujer, ignora e incumple las enseñanzas del islam. En el siglo VII, el islam otorgó a la mujer el derecho al divorcio. El profeta dijo que el único criterio para que una mujer se case es su propio consentimiento. Le dio derecho de herencia, voto y educación. Claro que eso se contradice, por ejemplo, con los talibanes, que prohíben a las mujeres educarse. Nosotros tenemos que autogestionar y reformar a los musulmanes. Y quien aborda desde afuera el mundo musulmán no debería generalizar.

–Argentina es un país que vive en grietas varias en los últimos años, sobre todo políticas. ¿No ha llegado a ser religiosa aún?

–Con el conflicto actual en Gaza ¿se vuelve más complicado impulsar este tipo de diálogos?

–En épocas de paz es más fácil. Esto ya sucedió en el pasado. Judíos y musulmanes tenemos buena relación, pero cuando hay un conflicto en Medio Oriente tenemos la tendencia a importarlo. Se vive una polarización entre israelíes y palestinos. Entre ellos, hoy hay menos personas a favor del diálogo. Incluso dicen que aumentó la cantidad de simpatizantes de Hamas en Cisjordania, donde Hamas no gobierna. Eso pasó a nivel global: polarización y división. Aumentó la judeofobia y la islamofobia. No es un momento fácil. Un versículo dice que Dios no cambia un pueblo hasta que el mismo pueblo no empieza a cambiarse. Es necesario, como líderes religiosos, más que nunca, predicar con el gesto. No sólo alzo la voz contra la islamofobia, también contra el antisemitismo, la cristianofobia. Hay que recalcar que esta no es una guerra de judíos y musulmanes, que a lo largo de la historia hemos convivido en fraternidad y armonía. Esto es un conflicto territorial.

FUENTE: La Voz

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